9 dic 2009

La sapiencia

Me planteo si esto que escribo le puede interesar a alguien.

¡Menudos rollos que suelto…sin saber muy bien porqué!...

Sería más lógico seguir haciendo lo que he llevado a cabo desde que tengo "uso de razón", que es desahogarme en mis cuadernos, mis diarios…

Pero luego, siempre se quedan impresiones, noticias, acontecimientos vividos, que se clavan dentro y necesito “gritarlos”, como el que a continuación necesito "dibujar"…

A sabiendas que no se entenderá y que es demasiado largo:

Me levanté después de estirarme en la cama, de fondo en la radio: “Looking for Paradise” ejerce como mi despertador, y pienso…”jo! Que suerte de vidas"!

Mi desayuno, me envuelve con el aroma del café recién hecho, el pan tostado, con aceitito y tomate, que me encanta rayarlo, casi con pausa…y al poner la tele para escuchar las noticias, entre otras que me dejan indiferente, me impresiona esa de “ Tras 23 años…”.

Rom Houbens, ahora de 46 años,fue diagnosticado erróneamente de estar en un estado vegetativo persistente tras un accidente. Los médicos y enfermeras en Zolder (Bélgica) le diagnosticaron el coma mediante una serie de test usados en todo el mundo antes de concluir que su conciencia estaba "extinguida". Los médicos que le tratan con regularidad utilizaron la internacionalmente aceptada Escala de Glasgow, que evalúa la vista, el habla y las respuestas motoras, pero en cada examen el paciente fue clasificado de forma incorrecta.

Y concluye la noticia: Su caso ahora ha salido a luz tras la publicación de un artículo científico escrito por el hombre que le 'salvó', el neurólogo Steven Laureys, quien llevó a cabo su reevaluación.

Y me queman, como los sellos incandescente a fuego, las palabras “conciencia extinguida” y “quien le salvó”…

El amor…el amor de verdad…Para mí esa noticia es entendida desde otro punto de vista al que me lo quieren contar: Una madre ha sido capaz durante 23 años (7728 días) de luchar para convencerles que ese hijo, postrado en cama tras un accidente, entendía todo cuánto se le decía. ¡Lo entendía!...y su madre, contra todo pronóstico, contra toda experiencia científica, médica, o incluso sin ningún tipo de resultado, su corazón y amor incondicional le han dado la razón! Eso es el amor.

Creer sin ver, sentir sin ser tocado, tener una devoción tal que aunque ninguna respuesta se obtenga, el sentimiento nunca será decreciente, si no in crescendo… Es decir, que no estaba loca…¿cuántas veces le acusarían de ese desvarío? ¿Cuántas?... ¿Le pedirán perdón ahora? ¿Le dirán: “no creía en ti, ni en tu ilusión, ni en tu lucha, ni en ese tesón”…pero ahora sé que solo tú tenías razón?

¿Alguien será “valiente” para confesar su incredulidad?

Ahora, el éxito es de la Ciencia, que gracias a ese ordenador inteligente, él se puede comunicar…el triunfo es del médico que quiso escucharla y buscó la técnica necesaria…

La Sapiencia…

Sí, es cierto…sin la Ciencia el mundo no avanzaría a este ritmo vertiginoso al que ya nos hemos acostumbrados…pero…¿son necesarios los sentimientos?, ¿amar?, ¿sentir?, ¿entregarse?, ¿necesitar confiar una y mil veces si es preciso?...

Mi dogmatismo es ese amor incondicional, más allá de lo que el resto estipule como correcto o incorrecto.

Esa delgada línea que separa “la locura de los cuerdos y la cordura de los locos”…

Y entonces recuerdo el video de una competición: la de un padre que realiza el Triatlón Ironman con su hijo, porque se lo había prometido…porque era su ilusión…

Todo empezó cuando el hijo le preguntó a su padre: "¿Papá, formarías parte en el maratón conmigo? El padre respondió, SI! Fueron al maratón y lo completaron juntos. Padre e hijo fueron juntos a otros maratones, el padre siempre decía 'si' a las solicitudes de su hijo de ir juntos en las carreras. Un día, el hijo le preguntó a su padre, “¿Papá, vamos a participar juntos en el 'Ironman?” El padre le dijo: “ Sí, también”.

El triatlón Ironman abarca una prueba de 2,4 millas (3,860 kilómetros) nadando en el océano, seguida por otra de 112 millas (180,200 kilómetros) de paseo en bicicleta, y terminando con una de 26,2 millas (42,195 kilómetros) de maratón a lo largo de la costa de Big Island.

Hay realmente cosas intensas en esta vida…. Quizás, el amor incondicional no tiene explicación posible...

1 comentario:

  1. Anónimo10/12/09

    Y a quien no le puede interesar semejante relato? Me he quedado sin palabras. Gracias por compartirlo.

    ResponderEliminar

un vuelo sinuoso