2 jun 2009

El Puerto




Detengo mis pasos y dedico escasos minutos a contemplar esos carteles.

Es curioso que algo tan simple como unas frases, protegidas al otro lado de un cristal, puedan embaucarme de esa manera.

Hay días, en los que la única motivación que me incita a recorrer algunas calles es, dejarme arrastrar a la deriva, y así llegar a El Puerto. Mis pasos se encaminan con decisión, y al llegar, encuentro siempre la satisfacción de hallar las palabras que quizás ese día necesitaba.



Son momentos que me proporcionan cierta estabilidad, se trata únicamente de crear hábitos, que me llenan la cotidianidad con ciertas ilusiones.

Y entonces valoro la misión de ese “farero”, el que custodia esa esquina, olvidada seguramente por muchos y tan anhelada por mi, desde hace años.


Tengo el recuerdo, desde que soy consciente de atesorarlos, de pararme ante ese cristal e imaginarme como sería aquél que dedica su tiempo a buscar frases, cómo será aquel que las cambia cada semana, ¿dónde las guardará?, ¿cómo las elegirá?, ¿quiénes las leerán?


Observo el reflejo de la gente que cruza, con prisa, mirando al suelo, hablando al vacío; mi imagen reflejada, y la vida pasando, ante esas instrucciones que “el farero” nos regala, para tener una justificación que nos haga respirar, parar nuestro rápido caminar y saborear “un minuto” como si ante un mismísimo faro vigía nos encontráramos.


El farero se esconde. Nunca lo he podido ver colocando sus dedicatorias. El farero tendrá muchísimas letras atesoradas, quizás en algún rincón de este puerto, añejo, alumbrado siempre, por los rayos del Sol al medio día. Y estas letras me llenan porque creo en el poder de las palabras… Otros caminan, hablan, pasan y nada ven.

A unos metros, en tierra firme, en esa tierra que nos deja posarnos, pasear, observé como se pueden hacer invisibles, no solo a las palabras…


La silueta recortada, vista a contraluz, andaba con dificultad, andaba con resignación, con pesar, y ahogando el último aliento de unas fuerzas malgastadas. Alguien con evidentes signos de debilidad, soportando el peso de unas bolsas que le hacían titubear en cada paso, asiendo una muleta, caminaba en dirección contraria a El Puerto.


Y aquellos que pasaron ante mí, y no me vieron; los que caminaban con paso decidido sin dedicarse un minuto de contemplación, tampoco lograban verla….


Me alejé de El Puerto, y mis pasos me arrastraron…


Unos metros, solo unos pasos son los que en ocasiones nos separan de nuestro destino, pero con ese cambio de rumbo, conseguimos dar luz, muchas veces más de la que podemos imaginar, más incluso que un faro enfocando el infinito horizonte de la mar.


Porque sirve la mirada que nos dedica aquel que sabe que lo hemos visto, la mirada de agradecimiento, al saberse visible; la palabra, su palabra llena de gratitud…un reconocimiento no merecido, porque desviar el camino, para poder recorrer una senda, que nos da la satisfacción de “ver el mundo” que nos rodea, es el mayor haz de luz que nos puede guiar en esta existencia y la mayor dicha que podemos obtener en nuestra vida, por muy varada que en ocasiones se nos antoje.

5 comentarios:

  1. Chus3/6/09

    Yo he estado en el Puerto, y he visto y leido sus palabras pero.....hace tiempo que no veía la luz de su faro. Me has vuelto a recordar ese rincón. Volveré por si veo al farero

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  2. Anónimo4/6/09

    qué bonito momento diario...a veces, a mi me pasa con el periódico de "el mundo", cuando paso por algún kiosko de revistas...siempre tiene una frase de cabecera, en letra pequeña...cuando vaya a C-R, iré a ver las frases del farero.
    Mari

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  3. No he visitado El Puerto pero a través de ti lo conozco de toda la vida. Sabes extraer todo aquello que para otros, como yo, quedan atrás sin darme cuenta.

    Felicidades una vez más por hacernos ver y sentir lo que otros no podemos.

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  4. Anónimo4/6/09

    Gracias por recordarme al farero y por la foto, me has recordado a los tiempos en los que daba una vuelta más larga sólo para saber que decía el faro, y volverme pensando "cuanta razon tiene"
    Bienvenida a bordo.

    Lau

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  5. A los que habeis vuelto al Faro...Gracias.
    A quienes me leen gracias, y más aún por dedicarme vuestras palabras: Chus por leerme,Mari por parar,Laura por poder desconectar...y todos los que no os terminais de animar, os espero...Y un especial saludo a Kokono, cuyo susurro fue el que movió "estas alas de mariposa", espero poder seguir y no parar.

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un vuelo sinuoso