
Hace años les pedí a mis amig@s como regalo de cumpleaños que me escribieran una carta.
En ella debían decirme cuales eran mis defectos.
La mayoría consideró que era
-“un deseo demasiado difícil de cumplir”-, pero todos, en la medida de lo que consideraban “correcto” lo hicieron.
Fueron demasiado buen@s!
Seguro que rompieron más de una carta, antes de darme la definitiva, que finalmente resultó ser “muy light “ (
demasiado para mi gusto…jejeje)
Supongo que a los que queremos nos cuesta decirles qué “cositas” nos gustan menos, pero desde mi punto de vista, si no son ellos los que me lo dicen ¿quién lo hará?
Ahora, cuando recuerdo aquello como algo anecdótico, creo que es bueno ser consciente de nuestras “taras de fábrica”, aunque algunas son difícil de “pulir”… y otras, eliminarlas puede ser hasta contraproducente!
Por tanto, con los años he aprendido a asumir cómo soy (
o estoy en proceso de…) y valorar lo importante que es rodearte de gente que te quiere, tal y como eres, que te valoren con lo bueno y lo malo, que pese a todo sigan ahí, porque
¿acaso la perfección es el fin último de esta vida?Mucho me temo que
“Genio y figura hasta la sepultura” se cumple…
Seguramente, cada persona que nos pueda conocer, destacará una virtud o defecto de lo que puede percibir otro ser querido, de forma muy diferente.
¿Todo es relativo entonces?Si soy demasiado expresiva (por ejemplo), puede ser entendido como “defecto” para unos o virtud para otros.
Al final, nos rodeamos de los que saben ver que tenemos más cosas buenas que malas para ofrecer. Nos dejamos abrigar por esa amistad de quererte sin más, sin exigirte más, y además te valoran, por ser como eres.
¿Acaso hay más paz en la vida que sentirte querid@?Gracias por hacerme sentir así!